domingo, 14 de noviembre de 2010

VIVIR PARA CONTARLO

Sobre Los cínicos no sirven para este oficio de Ryszard Kapuscinski


A lo largo de poco más de cien páginas los lectores se convierten en pupilos de una excelente lección de periodismo y de humanidad. No hay palabra ni oración imprescindible. El libro es una completísima reflexión sobre cómo debería ser el buen periodismo y la muchas veces decepcionante realidad de la profesión.
Esta guía periodística se estructura en tres ambientes distintos que mantienen en todo momento la forma de diálogo. En la primera parte se plasman las explicaciones que el autor destinó a un público de estudiantes en un acto moderado por la crítica de arte Maria Nadotti, quién escribe la introducción de este libro, en el año 1999. El segundo apartado se trata de una entrevista realizada ese mismo año por Andrea Semplici centrada en las experiencias de Kapuscinski en el continente africano. El tercer y último tramo del libro lo protagoniza el encuentro entre el autor polaco y el escritor John Berger moderado de nuevo por Nadotti.    
La lectura es un almacén de consejos para todo aquél que ame este oficio y quiera efectuarlo de la mejor manera posible. Algunos ejemplos de las acertadas afirmaciones que regala constantemente Kapuscinski son la mayor muestra de la calidad que caracteriza el libro. En la página 38 habla sobre la indispensable empatía: ‘El único modo correcto de hacer nuestro trabajo es desaparecer, olvidarnos de nuestra existencia. Existimos solamente como individuos que existen para los demás, que comparten con ellos sus problemas e intentan resolverlos, o al menos describirlos’. Ésta es una de las innumerables ‘perlas’ que el autor manda a un grupo de estudiantes. En esta conferencia que conforma la primera sección, también se exponen otros temas como el continuo aprendizaje al que está sometido el periodista, la faceta de historiador, las fuentes y la honradez necesaria para ser un buen narrador.
Estas otras palabras emplea en el segundo apartado para referirse al fracaso de las independencias africanas: ‘las nuevas clases dirigentes africanas ocuparon, simplemente, el lugar de los viejos patronos blancos. Heredaron de ellos, de un día para el otro, privilegios y poder’ (página 76). Los sueños desvanecidos de libertad, el Renacimiento africano o Nelson Mandela son también parte del contenido de la entrevista.
Algunos de los reproches al periodismo actual se manifiestan en la página 113: ‘no existen especialistas en ningún campo. El periodista es simplemente uno al que trasladan de un lado a otro, según las exigencias de la cadena televisiva’ y ‘los medios de comunicación crean su propio mundo y ese mundo suyo se convierte en más importante que el real’. Kapuscinski y Berger debaten profundos aspectos como la observación y concentración, la manipulación de los medios de comunicación de masas, el silencio y la búsqueda de relatos cerca o lejos de casa.
En conjunto, se trata de la trasmisión de una serie de valores como la honradez, la dedicación, la solidaridad y el altruismo de alguien que ha vivido para contar el mundo al mismo mundo.
En definitiva, la conclusión que se extrae después de haber leído la obra es que si todos los periodistas fueran como Ryszard Kapuscinski la dignidad de esta profesión no se habría visto nunca manchada, desprestigiada ni puesta en duda.

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